“Pelé es un niño. Carece del espíritu de lucha necesario. Es demasiado joven para tener agresividad y responder con la fuerza apropiada. Además, no posee el sentido de la responsabilidad que un deporte de equipo requiere”.
Así reza el famoso informe que redactó el psicólogo de la selección brasileña, el doctor Joao Carvalhaes, en los preliminares de la Copa Mundial de la FIFA 1958™. Su veredicto era enérgico e inequívoco: el joven de 17 años no debía entrar en la convocatoria. Tampoco Garrincha.
El fútbol siempre estará agradecido a quien no se dejó influir por esa sentencia. “Por suerte para mí y para Garrincha, [el seleccionador de Brasil Vicente] Feola siempre hacía caso a sus instintos, y no a los expertos. Se limitó a asentir con cortesía a las palabras del psicólogo y a responderle: ‘Puede que tenga razón. Pero el tema es que usted no sabe nada de fútbol. Si Pelé tiene la rodilla en condiciones, jugará”, explia el aludido en su autobiografía.
Aquella rodilla y la lesión que había sufrido en un partido de fogueo antes de la competición, amenazaban más la participación del joven en Suecia que la advertencia de Carvalhaes. No obstante, Feola asumió el riesgo y la recompensa fue un capítulo glorioso en la historia de la Copa Mundial.
El jugador
Hoy en día Pelé ya no necesita presentación. Una autoridad del calibre de Johan Cruyff describió al legendario brasileño como “el único jugador que ha traspasado las fronteras de la lógica”. Incluso a sus 17 años, el tamaño del talento de Pelé no pasaba inadvertido a nadie que lo conociera. Como recordaba Paolo Amaral, el preparador físico de Brasil en 1958: "Disparaba con la zurda y con la diestra, y leía tan bien el juego que, en cuanto tenía el balón, sabía qué iba a hacer con él. Era extraordinario".
Aquel joven sensacional llegaría a establecer multitud de marcas en el Mundial, y 12 de sus 77 goles con Brasil, todo un récord junto con sus más 1.000 remates a puerta, se produjeron en la competición más celebrada del deporte rey. Hoy recordamos el primero de todos.
El récord
El mexicano Manuel Rosas tenía 18 años y 93 días cuando anotó un doblete, incluido el primer tanto de penal marcado en un Mundial, en la derrota del Tri por 6-3 a manos de Argentina durante la edición inaugural de la competición en 1930. Era el goleador más joven de la historia del Mundial.
Su marca se mantuvo durante 28 años, hasta que Brasil se enfrentó a Gales en los cuartos de final de 1958. Los galeses se habían clasificado para el Mundial de Suecia en una repesca contra Israel, pero superaron imbatidos la primera ronda. Incluso sin su jugador más emblemático, el astro del Juventus John Charles, plantearon a Brasil el partido más complicado que los sudamericanos habían disputado en el torneo. De hecho, pasaron 66 minutos de alta tensión y sin goles hasta que Pelé, dos días después de su debut mundialista contra la URSS y cuando todavía le quedaban 126 días para cumplir 18 años, se impuso a ellos con su magia.
Pelé controló el balón con el pecho de espaldas a la portería y se dio la vuelta con un movimiento tan fulminante que dejó sentado a Mel Charles, el hermano de John. Stuart Williams corrió para efectuar la cobertura, pero Pelé ya había calibrado la ocasión y remató con la zurda un sutil disparo pegado al poste. Rebosante de alegría, corrió al fondo de la portería, agarró el balón y lo besó segundos antes de recibir los abrazos de sus compañeros. Fue el primer tanto del festival goleador que ofreció Pelé. El joven brasileño se anotó un maravilloso triplete contra Francia en semifinales y continuó con un doblete memorable en la victoria por 5-2 sobre Suecia que otorgó a Brasil su primer título del mundo.
El recuerdo
“Contra la URSS había fallado dos disparos a puerta que, de haber estado más tranquilo, hubiera transformado... Tras la celebración en la cena, regresé a mi habitación y repasé mentalmente cada movimiento, cada toque. No estaba demasiado contento de mi actuación, porque podía haber jugado mejor. En un momento dado, probé a hacerle un sombrero a Yashin y comprendí que era una insolencia por mi parte. Tenía que trabajar más ese aspecto.
El partido de Gales se disputó sólo dos días después de mi debut. Jack Kelsey, el guardameta galés, atravesaba un gran momento de forma y su equipo era contundente en defensa. El partido contra la URSS había resultado muy reñido, y muy importante para Brasil porque nos clasificamos como primeros de grupo. Pero desde el punto de vista personal, considero que el choque contra Gales fue para mí el más importante de la competición y quizás aquel primer gol, el más inolvidable de mi carrera. Gales ejercía un marcaje muy férreo en la zaga, y recuerdo que recibí el balón, me di la vuelta y lo metí pegadito al palo. Creo que es el gol más importante de mi vida. Me dio una inyección de confianza impresionante. El mundo acababa de conocer a Pelé. Nada ni nadie podía pararme.
El Mundial de 1958 se convirtió en mi plataforma de lanzamiento. Me puso en las portadas de periódicos y revistas del mundo entero. Paris Match publicó un artículo de portada inmediatamente después de la victoria, en el que aseguraba que yo era el nuevo rey del fútbol. Aquello prendió y muy pronto empezaron a llamarme ‘El rey Pelé”, o simplemente ‘El rey’".
Pelé
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"No sabíamos absolutamente nada de Pelé. Nos fijábamos sólo en Garrincha y Didi. Aquel jovencito de 17 años que jugaba con Brasil... ¿quién sería? No lo sabíamos. Pero bien que nos enteramos. No había que ser un experto para saber, con sólo media hora jugada, que aquel muchacho era muy especial.
Nos rompió el corazón con aquel gol, porque estábamos tan cerca de conseguirlo… Plantamos cara a Brasil hasta el final, y sigo pensando que habríamos conseguido un resultado muy diferente si hubiera jugado el gran John [Charles]. John era nuestra gran baza, algo así como Gareth Bale para la selección galesa actual. Hubiéramos dado a Brasil más problemas de los que había tenido nunca.
Pero enfrentarnos a Pelé fue fantástico. Era el mejor jugador que he visto jamás. Lo tenía todo: técnica, velocidad, físico y una gran habilidad por alto. Antes de competir en el Mundial de 1962, Brasil invitó a Gales a disputar dos partidos de preparación: uno en el Maracaná y otro en Sao Paulo. Brasil nos ganó por 3-1 en los dos encuentros, y Pelé marcó dos goles en cada uno de ellos. Se había hecho muy fuerte desde 1958. Estaba muy por encima de todos".
Cliff Jones, extremo de Gales.